Los Invisibles





Erase que se era un pueblo aparentemente vacío, vecino del de los tomates.

El de los invisibles, en él vivían los hijos primeros, los segundos y los terceros.

Los cuartos, los quintos, los sextos y los siguientes iban a un pueblo tercero, el de los callejeros. Los hijos únicos no tenían pueblo, vivían en grandes ciudades o en pueblos dormitorio, esos... son otro cuento que todavía se está escribiendo.

Matías, nació como todos los niños, en otro sitio, en otro pueblo y en él pasaba gran parte de su tiempo.


Era hijo del médico del pueblo, nieto del anterior médico y sobrino de un alfarero. Le encantaban las piedras y hacer figuras con ellas. Las colocaba en el suelo como si de un puzzle se tratara y las iba encajando con esmero hasta conseguir una figura que se asemejara a un jilguero, un burro o un hombre. ATENCIÓN. Dijo su padre al reconocer un esqueleto, este niño quiere ser médico. Todos sonrieron comprensivos aplaudiendo el acierto.

Y Matías... pluf... saltó al otro pueblo, al de los invisibles, donde enterró su pasión con esmero, esperando que arraigara en la tierra, y brotara un inmenso ciervo de piedra visible para el mundo entero, y que todos lo aplaudieran a través de los tiempos....

Y en el pueblo de sus padres, se convenció de ser médico.

María, hermana de Matías, era muy inquieta, no paraba ni un solo momento, pues todo le atraía y estaba aún en la edad en que todo era estreno y en especial, le atraía el cuerpo humano y su funcionamiento como a su padre y como a su abuelo.

Una tarde cazó una rana, cogió una piedra afilada, y la abrió para conocerla por dentro, en ese momento, la madre que salía de la casa secándose las manos, vio la piedra afilada pintada de roja sangre y recordó a su primero, al Matías, que ella sabía que nunca quiso ser médico, y tratando de resarcir a su primero y aprender de la experiencia, dijo ATENCIÓN, esta niña quiere ser alfarera, todos sonrieron comprensivos, pensando en que las niñas son más sensibles y artísticas .

y María... pluf, saltó al otro pueblo, donde se encerró en un establo, del que se escapaba para ir al pueblo vecino a robar terneros de ojos lilas y sacarles las tripas para descubrir el misterio que al mundo sanara y a ella transportara a los libros de medicina, visible para el mundo entero.

Y en el pueblo de sus padres, se convenció de ser Alfarera.

Vitorio, hermano de Matías y María, quería ser, obrero de construcción, que le gustaba escavar, hacer agujeros y poner ladrillos... pero sobre todo le gustaba Infaustina, la del pueblo primero, el de los tomates, él solo quería ser de ella, para sembrar su huerto, para regar sus flores, que carajo, para penetrar su cuerpo … eso ya de mayor, que aquí solo es un chicuelo , aquí le gustaba la niña que dejaba la gaseosa en el suelo para hacer una voltereta lateral y luego salir a su encuentro...


Un día, a lo tonto, abrió la vitrina de su padre, para buscar un regalo que sorprendiera a la niña saltimbanqui, un fonendoscopio, para escucharle el corazón y convencerla de que no se le había convertido en piedra negra como ella se temía, y en ese momento su padre y su madre dijeron ATENCIÓN, este niño, sin sombra de duda, si que quiere ser médico, todos sonrieron al verlo tan chiquitillo con el fonendoscopio y la bata de médico que él se había puesto para impresionar a Infaustina (y descubrirle los pechos), TODOS, todo el pueblo que estaba vacunándose de la gripe, sonreía con acierto.

Y Vitorio, pluf...saltó al otro pueblo y persiguió a Infaustina acompañando a su hermana a por los corderos de ojos lilas.
Invisible y feliz se le metió en el cuerpo, concretamente en el pecho, que por eso no se convirtió en piedra su corazón y se metió en el cordero volviendo con el antídoto, el del otro cuento de las hijas del vacío.

Infaustina, victoriosa, se sacudió el desconcierto y vio a Vitorio con otros ojos... con los ojos del deseo, y se dejó agarrar por la cintura, aferrándose al desconcierto y se dejó afinar con lujuria, con acompasados movimientos, jadeando inmortalidades, mordiendo la incertidumbre en su pecho sintiéndose por un momento un solo cuerpo.... vacío... e invisible y... por lo tanto eterno, solo cuerpo, solo carne... y por lo tanto... CIERTO.
Y Vitorio, en el pueblo de sus padres... se dedicó a ser médico, pero faltaba mucho, faltaba mucho este médico.


FIN
Ah, tuvieron más hermanos los invisibles, pero esos salieron... callejeros











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