Ausencia de luz. (1ª Sesión taller escritura) Un apagón,

La ausencia de luz, justo en el momento de aquella iluminación colectiva en clase de yoga, me dejó perpleja. Como yogui/senssei experta en Jiu Jitsu, tomé la iniciativa y pedí a los alumnos que permanecieran con su respiración conectada, con su atención centrada en su interior, mientras me sorprendía de lo ruidosa que me parecía mi propia respiración al cesar el zumbido de la calefacción. Adopté la esencia de la serpiente para reptar entre las colchonetas y sentir la textura de la madera, deslizándose bajo mi abdomen, y no chocando contra mi cabeza. La buhardilla del caserío de Aingeru, en el valle de Ceberio, tiene mucho encanto para la meditación, pero caminar erguida es un peligro para los sesos. Avanzo, ya tengo que estar cerca del hueco de la escalera. ¡Mira que le he dicho veces que ponga barandilla! Bueno, me pego a la pared construida. ¡Me da mucho miedo, coño! Me quito los calcetines para no resbalarme. Si. ¿Ya estoy en la planta intermedia? Sí, el piano. ¿Esto es el piano? Sí, está cerrada la tapa. La caja de herramientas debe de estar debajo de la ventana que hay al lado del piano, y allí hay una linterna me dijo. Tengo frio. Palpo el suelo. Camino como un guepardo. La pared es de piedra. Me muevo en lateral y choco con algo. Mi cadera se topa con… algo… cálido, peludo, baboso, tan jadeante… Ay…Tonka…. Es el pastor alemán de Aingueru. ¿Qué pasa? ¿Guapa? ¿Como estas? ¿Qué susto eh? ¿Dónde esta la caja de herramientas eh? ¿Dónde está? No… la correa no… o espera. Si la ato a la pata del piano y describo círculos alrededor, me aseguraré de no pasar una y otra vez por el mismo sitio o si cojo la pata del piano, me tumbo, estiro la pierna, y me ato al tobillo la correa, veré si llego a la pared. O a la caja. A ver, por aquí no hay pared, giro un poco y aquí, aquí está metal, frio metal que contiene la linterna. Repto hacia ella, palpo el suelo… y aquí está por fin… la abro… y me lamento del desorden que sé que hay dentro. Yo misma lo dejé así de desordenado esta tarde, cosa que me inquietó un tiempo y ahora el destino, como si yo hubiera escupido a sus putas nubes con formas obscenas en mis meditaciones mañaneras, digo, vespertinas, me devuelve el lapo del desorden teniéndome que enfrentar al sacrificio de la frontera de mi piel para iluminar la casa, oh Diosa mía, que angustiosa metáfora me depara el pérfido destino en este retiro. Acaso una Senssei no debe hacer justo eso, lacerarse para iluminar si fuese necesario, serse instrumento sintiente. ¡Que me da mucho miedo, coño! De siempre, me da miedo la oscuridad. Me ataco, atrás quedó el tiempo de las adicciones, la oscuridad, más vuelve. Abriré la caja de Pandora… y … Espera ¿Si me lio la mano en el fulard y busco lo primero la sierra y la saco? a ver ¿he oído un ruido?¿no habrá ratones verdad? Tonka, tonka… muy bien bonita… busca ratones, y mata, … a ver la sierra. Aquí está. Con cuidado. El mango. La saco. Bien… ahora… huele a gas… lo que faltaba… ¿Y si al encender la linterna salta una chispa? No, no, es la estufa, huele a catalítica. Vale, cuidado con los tornillos y las chinchetas y aquí está : Lisa, dura, elegante, cabezona… esto no es la linterna… pero esto de al lado sí… noto el interruptor, ahora siento su rugosidad, deslizo la mano, un simple clic y se hizo la… ¿Y las pilas? Tonka…

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