Mujer en el siglo XXI

En mi opinión y experiencia, el dolor humaniza,  la vida ya trae su dosis de humanidad, un exceso de humanidad “huele” y carga el ambiente, un defecto de humanidad, congela, metaliza.

Nunca he sabido distinguir muy bien el dolor de la tristeza. El físico si, indudablemente, pero nunca he sabido muy bien qué es eso que he nombrado muchas  veces: “ mi dolor”, como una entidad enorme, independiente de mi voluntad que me acompañaba en los momentos menos oportunos.

Poco a poco a esa entidad intangible, incorpórea y claramente sentida la he ido definiendo como tristeza, pena, inseguridad, melancolía, miedo, vergüenza, desamparo, impotencia, desorientación, desconexión, desconfianza.

Esto poniéndolo en palabras, poniéndolo en el cuerpo… lágrimas, sensación de ingravidez interna displacentera, como apresada, movimiento incompleto, inseguro y variable, mareo, falta de concentración…

No es agradable, no lo es. Pero es.

Para mí, la depresión, es la tristeza condenada y encarcelada. Si abrimos, si  le abrimos la  puerta, pareciera que nos íbamos a inundar  y no es verdad,

La bella y lánguida mensajera azul. .. prisionera, amordazada… de la que con toda la lógica del mundo huimos, tanto que no sabemos qué hacer cuando vemos a alguien llorar…¡ Con toda la lógica del mundo ¡              ¡Como si el mundo fuera lógico!  que tampoco es verdad, como tampoco es verdad algo que oigo a menudo… que las mujeres somos inestables, ¡Pero si somos la tierra donde se aprende a andar ¡

Somos maravillosamente variables y variadas y el día no lejano, que nos reconciliemos con nuestra portentosa variabilidad, con nuestra asombrosa flexibilidad, con la fuerza, amplitud y profundidad de nuestro rango de percepción, de sensación y de acción…y le demos derecho de presencia en el gobierno de nuestras vidas, en el gobierno de la nación… reinventando los acuerdos disfuncionales que rigen los inestables mercados…. Los inhumanos acuerdos internacionales, los salvajes convenios laborales….   la tristeza no estará encarcelada, será una mensajera más, como la alegría… y habrá menos depresión, porque lo raro… lo patológico, no es que hoy en día los hombres y mujeres lloremos más, lo raro es que lo hagamos tan poco, tal y como está el mundo. Y llorar no es incompatible con solucionar, con actuar… simplemente, va en distinto lugar o incluso a veces a la vez.
Ese día no lejano…

 Otro gallo cantará dentro de nuestro corazón y le sonreiremos dueñas ya del gallinero con tantos gallos como gallinas, sosteniendo la pasión de sabernos diferentes, que alegre condición para engendrar vida, la diferencia, para cuidarla no, esa nos la han vendido, los polluelos hay que cuidarlos… y dan mucha guerra y mucho amor… y si lo hacemos entre todos y todas… habrá menos depresión.

Foto Pedro Soria
https://www.flickr.com/photos/pedrobabilonio/

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